Elaborado por Lourdes Ocampo, profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey.
En más de doscientos años de México como nación independiente, 65 hombres han ocupado la silla presidencial y es hasta las elecciones del 2 de junio del 2024, que se vislumbra la posibilidad real de que una mujer lidere nuestro país. Será un cambio enorme de paradigma, que requiere de otra transformación de igual magnitud, en la mentalidad de todos los que nos enorgullecemos de llamarnos mexicanos.
En 1982 debuté como ciudadana y fue también el año en que el nombre de una mujer, Rosario Ibarra de Piedra, apareció en las boletas electorales, como la primera candidata a la presidencia. Me avergüenza compartirles que ese evento, que hoy se considera histórico, no quedó registrado en mi memoria. ¿Por qué no fui capaz de percibir la relevancia de ese momento? Probablemente porque tenía la certeza de que era imposible que una mujer pudiera llegar a ser presidenta de México.
Afortunadamente, estamos ante un panorama diferente, en unos días más, millones de niñas y jóvenes mexicanas podrán atestiguar que el liderazgo no tiene género y con todo mi ser, deseo que este aprendizaje se convierta en parte de nuestro nuevo sistema de creencias.
Es fácil exigir el cambio a quienes gobiernan, la realidad es que, el cambio debe iniciar en cada una y cada uno de nosotros, ese es el camino que puede llevarnos al futuro que anhelamos. Queremos igualdad, respeto, seguridad, posibilidad de crecer, honestidad, integridad, justicia, una economía sana y próspera. Esperamos que quien nos lidere sea un ejemplo de todas estas virtudes y, si nos detenemos a reflexionar, es claro que los valores de una persona no serán suficientes, necesitamos sumar talento, competencias y nuestras acciones.
Ahora que surge la oportunidad de que una mujer quede al frente de nuestro país, vuelve a crecer la expectativa de un liderazgo diferente, que haga lucir lo que muchos autores han llamado “rasgos femeninos”: empatía, capacidad de conectar y hacer redes, compromiso con la inclusión de la diversidad, capacidad para la creación de un entorno donde todas las voces sean escuchadas y valoradas. Este estilo no solo enriquecería el debate político, sino que también podría llegar a fortalecer el tejido social de nuestra nación.
Las mujeres líderes de empresas, instituciones y gobiernos a menudo destacan por su compromiso con la integridad y la rendición de cuentas. Un México liderado por una mujer podría implementar políticas y prácticas que aseguren una mayor transparencia y una administración pública ética. Este enfoque no solo reconstruiría la confianza en las instituciones, sino que también sentaría las bases para un desarrollo sostenible y justo.
Mostrar una profunda comprensión y conexión con las necesidades y preocupaciones de la ciudadanía, no debería ser una “característica femenina”. Un enfoque empático humaniza el liderazgo y fomenta un entorno de apoyo, compasión, solidaridad. En un país donde las desigualdades sociales son palpables, un liderazgo basado en la empatía podría ser la medicina para muchos de los síntomas que venimos sufriendo durante décadas y sanarnos abriría grandes posibilidades para el presente de nuestros niños, niñas, jóvenes y adultos.
Merecemos un México que respete la dignidad de cada persona, que valore la educación, que abra posibilidades para quienes sueñan y trabajan por sus metas. Un país donde esfuerzo vuelva a ser sinónimo de orgullo, que cocree oportunidades para vivir en paz; un país que nos inspire a crecer en él y hacerlo brillar, trascender. Un lugar donde las tradiciones se vivan con alegría, hermandad, amistad, prosperidad. Queremos contribuir a un legado que inspire y transforme hacia el bien común.
La historia nos ha mostrado mujeres extraordinarias que han roto barreras y han dejado una marca indeleble en sus campos, y ahora, una mujer podrá hacer lo mismo en la política mexicana. Somos 64.5 millones de mujeres en este bello país, representamos el 51% de la población, estamos listas para que una mujer nos haga ganar a todas y todos.
Publicado originalmente en Alto Nivel.