Elaborado por Igor Rivera, profesor de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey.
A finales de 2023, se llevó a cabo el Encuentro EXATEC de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey en la Región Ciudad de México, en el que tuve el honor de moderar un panel de discusión entre tres destacados EXATEC, directivos de diferentes industrias y con quienes tuve el agrado de conversar sobre nuevas estrategias para la transformación digital tanto de las organizaciones, como del liderazgo mismo de sus directivos.
De esa conversación, quiero resumir un mensaje que me parece importante, y que si bien no fue planteado como una verdad absoluta, creo que sí debe ser tomado en cuenta como tema a considerar en la coyuntura actual de México y el mundo.
Vivimos una era compleja, en donde la tecnología ha venido a cambiar las reglas del juego en diversos sentidos: la información fluye casi sin fronteras ni controles (incluyendo los de calidad) a través de la red, el comercio electrónico ha impuesto nuevos retos a la logística global, redes computacionales y de telefonía de mayor capacidad y velocidad permiten la generación de grandes volúmenes de datos, y tanto la electrónica como la nube, permiten su almacenamiento y procesamiento a gran escala.
En las escuelas de negocios a nivel global, hemos venido estudiando que en estos ambientes con grandes dosis de volatilidad e incertudumbre, hay diferentes estrategias para abordar problemas emergentes.
Por un lado, abrazamos la multidisciplinariedad como un principio que nos ayude a ver las situaciones desde diferentes aristas, y como potenciador del pensamiento crítico, que es la habilidad necesaria en la búsqueda de eficiencias o de cómo hacer mejor cosas que de por sí se hacen bien. Este espíritu nos ha llevado a desarrollarnos como sociedad en una forma acelerada en las décadas más recientes.
Sin embargo, hay un factor adicional que entra en juego en esta coyuntura: si bien cada vez serán más los gerentes y directivos de empresas que nacieron como nativos digitales -en 2001, Prensky ya los definía como personas nacidas en la era digital-, todavía el día de hoy muchos directivos corresponderían al grupo que en contraposición se denominarían inmigrantes digitales.
Las diferencias fundamentales entre ambos grupos es que nuestro cerebro fue programado para entender el mundo de formas distintas, por lo que un líder de negocios proactivo que pertenezca al grupo de los inmigrantes digitales, deberá estar dispuesto a desaprender el mundo analógico para reaprender el mundo digital: eso equivale casi a recablear sus circuitos cerebrales. ¿Por qué sería ello necesario?
Hace al menos 2,600 años la humanidad empezó a crear evidencia de su capacidad de hacer abstracciones del mundo real que no requerían de explicaciones sobrenaturales, a través de la geometría, la aritmética o del surgimiento de la moneda como medio de cambio.
En el mundo digital, pueden existir representaciones de la realidad: por ejemplo estas líneas pueden estar impresas en papel y tinta o bien pueden estar en un documento electrónico, pero al final, hacen la misma función.
Así también nuestra comunicación y nuestra “presencia” puede tomar diversas formas. Incluso, nuestra capacidad de razonamiento lógico está siendo emulada por la inteligencia artificial desde hace un par de décadas.
Este acceso amplio a la capacidad de cómputo en sus diversas presentaciones, está cambiando nuestras maneras de transaccionar. Por ejemplo, los pisos físicos de ventas irán cediendo terreno a las tiendas virtuales, los libros físicos a las lecturas digitales, las clases y consultas presenciales a sus símiles en línea. Incluso la conducción autónoma de vehículos irá tomando tiempo y espacio al volante.
Esto implica que las profesiones que nos facilitan la interacción diaria serán transformadas también: ya sea porque cambie la naturaleza del producto o servicio, o porque tengamos más y mejores herramientas para formar nuestro criterio y tomar con ello mejores decisiones.
En todo caso, los directivos de empresa actuales y los que están en formación, sobre todo si son inmigrantes digitales, tienen la tarea y responsabilidad de acortar las brechas entre lo físico y lo virtual, entre lo analógico y lo digital; de modo que puedan reinterpretar su experiencia a la luz de nuevas necesidades.
Para ello, las alternativas son muchas, pero todas requieren de un cierto esfuerzo: hay que leer, participar en foros, congresos y discusiones, volver al salón de clase (presencial o virtual), es decir, aprovechar cualquier oportunidad para aprender de los expertos, sin importar que sean de una generación previa; al final, ellos son los nativos digitales.
Publicado originalmente en El Financiero.