Elaborado por Marcia Lorena Rodríguez, investigadora del Grupo de Investigación en Área Temática de Empresas Familiares de la Escuela de Negocios del Tec de Monterrey.
Las empresas enfrentan continuamente problemas de turbulencia económica y social, cambio organizacional, crisis y trabajar bajo presión, entre otros. Por ello, deben tener la habilidad de improvisar, reinventarse y anticiparse a cambios. Factores como aprender continuamente, ser flexible y adaptable, así como propiciar una comunicación abierta, son fundamentales.
¿Qué haría una empresa si enfrentara una crisis inesperada, una disrupción tecnológica o una recesión económica? Si una pequeña empresa de la noche a la mañana se ve afectada por un desastre natural, enfrentaría, en primera instancia, caos. ¿Y qué si, no obstante, a pesar de las pérdidas sufridas, decide no rendirse? ¿Si en lugar de eso analiza la situación, aprende de la adversidad y ajusta sus estrategias para adaptarse a las nuevas circunstancias? La realidad no es tan sencilla, pero esto realmente ocurre. Este proceso de enfrentar situaciones adversas, adaptarse y salir fortalecido, se conoce como resiliencia organizacional.
La resiliencia es la capacidad de resistir crisis, recuperarse y, además, innovar y evolucionar, con lo que una organización asegura su supervivencia y éxito a largo plazo.
Ahora bien, ¿cómo puede una empresa aprender a no sólo resistir, sino prosperar ante los desafíos inevitables del entorno empresarial? Las empresas necesitan aprender a evitar sucesos negativos, prevenir que empeoren, así como sobrellevar consecuencias negativas, de tal forma que puedan hacer frente a los cambios y continuar con su función primaria. La resiliencia no es estática, sino que implica un proceso constante de toma de decisiones y aprendizaje.
Esto requiere que las empresas propicien que sus colaboradores sean parte de una cultura que promueva la flexibilidad y capacidad para responder a situaciones adversas.
Algunas acciones que las empresas pueden aplicar para fomentar la resiliencia organizacional son:
- Fomentar la flexibilidad y adaptabilidad. No hay duda de que vencer la resistencia al cambio no es algo sencillo. Sin embargo, la relevancia de la apertura a este se puede transmitir y permear a cada colaborador. Es esencial aprender a ser capaces de adaptarnos a circunstancias cambiantes e innovar procesos cuando sea necesario.
- Desarrollar una cultura de comunicación abierta. La comunicación efectiva es uno de los principales obstáculos en las organizaciones. Por ello, es clave establecer canales de comunicación que permitan de forma efectiva que las y los empleados expresen preocupaciones, compartan ideas y trabajen juntos en construir soluciones.
- Mantener una visión clara con sentido de propósito. La organización debe definir objetivos claros, que guíen a la visión deseada. Su transmisión (e inspiración) debe ocurrir a lo largo y ancho de la organización: todos los colaboradores deben conocerlos de forma puntual, y también entender la visión que desea alcanzarse. Esto es el eje que guiará las acciones de toda la organización a alcanzar las metas organizacionales, además de que dará motivación para lograrlas.
- Fomentar la colaboración y el trabajo en equipo. La colaboración entre integrantes de un equipo debe valorar las contribuciones individuales, mediante el apoyo mutuo y de confianza.
- Desarrollar el liderazgo. En tiempos de cambio y adversidad, los líderes deben estar capacitados para servir a sus equipos y guiarlos de forma efectiva.
A partir de esto, derivarán algunos de los siguientes beneficios:
- Mayor capacidad de adaptación. Las empresas resilientes responden usualmente más rápido a cambios repentinos en el mercado, tecnología y el entorno que la rodea.
- Mejor gestión del riesgo. Si se prepara a las y los colaboradores a enfrentar crisis o situaciones adversas, aumenta la probabilidad de que gestionen mejor los riesgos, con lo que se mitiga su impacto en el negocio.
- Mayor innovación y creatividad. La resiliencia propicia ambientes que valoran la experimentación y la búsqueda de soluciones creativas, lo cual conduce a la innovación y a desarrollar nuevas ideas.
- Mayor bienestar organizacional. Al trabajar para construir una cultura organizacional resiliente, se promueve el bienestar de las y los empleados, gracias a que se proporciona un sentido de seguridad y apoyo durante momentos difíciles.
Como se ha observado, la resiliencia organizacional es una herramienta clave para cualquier empresa porque enseña a las personas involucradas a enfrentar desafíos, y a la vez aprovechar oportunidades en un entorno que cambia todo el tiempo. Aprender a gestionar la adversidad posibilita la continuidad de cualquier empresa, lo cual suma a la construcción de su ventaja competitiva.
Publicado originalmente en Expansión.