Por Oscar Eliud Ortiz | Miembro del GAT en Diseño de Estructuras y Cultura Organizacional.
A inicios del 2020, algunas personas acapararon diversos suministros como desinfectantes, cubrebocas y papel higiénico, algunos por cierto deseo de protección, otros con intención de especular.
Antes de la pandemia ya se percibía un incremento en el número de personas quienes consideran que deben satisfacer sus necesidades de manera preferencial sobre los demás, demandan recompensas excesivas e inmerecidas y se consideran especiales, lo que ha provocado una transición hacia una sociedad enfocada en la individualidad.
Una sociedad donde los individuos esperan obtener los dividendos de la comunidad, sin corresponder con la reciprocidad alineada con los principios de igualdad y justicia sobre los que están establecidas las leyes, normas y costumbres que rigen la sana convivencia entre los seres humanos.
Estudios han relacionado esta percepción con el beneficio de corto plazo, comportamientos faltos de ética y una mentalidad de suma cero, aun y cuando esto comprometa su propio bienestar en el mediano y largo plazo. Esta percepción de sobremerecimiento (o entitlement psicológico, escolar, laboral, social) se evidenció durante la emergencia sanitaria.
A inicios del 2020, algunas personas acapararon diversos suministros como desinfectantes, cubrebocas y papel higiénico, algunos por cierto deseo de protección, otros con intención de especular. Ambas situaciones exhiben individuos buscando autosatisfacción, sin considerar a otros, y omitiendo que entre más personas tengan acceso a las medidas preventivas, menor podría ser el impacto para la sociedad en su conjunto.
Durante el aislamiento social, personas salían “exigiendo sus derechos”, pidiendo ignorar las medidas, o mostrando consignas contra la vacunación, sin considerar que agruparse y salir a las calles pudo haber desencadenado medidas más estrictas y perjudiciales a sus intereses, al aumentar los contagios. En ese periodo recién se implementaban nuevas modalidades como trabajar a distancia o trabajar con rotación de turnos.
Aún con cierto recelo, se buscaba establecer los procesos y se definieron controles e indicadores para la productividad, la eficiencia y la eficacia de los empleados. Sin embargo, comenzaron a surgir casos de quienes tenían más de un empleo de tiempo completo, a pesar de no lograr cumplir con ambos empleadores, aprovechando que “todo era a distancia”.
Estos comportamientos, afectan a la sociedad en su conjunto, ya que vuelven a las personas más desconfiadas tras ser víctimas de un abuso o hasta de un delito, lo que genera la necesidad de blindar los acuerdos y fiscalizar su cumplimiento, lo cual encarece los costos de transacción y dificulta beneficios como procesos de recompra, acuerdos por operaciones frecuentes o la posibilidad de ajustar los términos de un contrato con la finalidad de alcanzar el punto de máximo beneficio para ambas partes, que resultan de una relación de mediano y largo plazo.
En la negociación se espera que las partes acuerden un intercambio viable, si cumplen con su responsabilidad, mejoran la relación, confianza, y transparencia, e incrementan la disposición para alcanzar un valor agregado conjunto. Por el contrario, cuando una parte quiere sacar provecho unilateral, se espera que su contraparte reaccione ante un desequilibrio del costo/beneficio.
En una investigación en la que he estado participando se propone que, en todo acuerdo, existe una “zona de corresponsabilidad” implícita, que representa la disposición de cada persona para compartir sus expectativas, intenciones, necesidades, y deseos.
Cuando ambas partes descubren estos elementos, hacen explícita esta zona de corresponsabilidad, será menos probable lograr un mal acuerdo, menos probable decepcionarse y mantener expectativas irreales que lleven a un conflicto.
Por ejemplo, al utilizar un proceso de entrevista realista, se comparte con el solicitante la mayor información disponible sobre la organización y la vacante, así puede tomar la responsabilidad de la decisión y ajustar sus expectativas, lo que aumenta su intención de permanencia en el puesto, al tiempo que incrementa el nivel de transparencia en la relación, se espera una posición de negociación con mayor disposición y una perspectiva de cuidar la relación, sea que se acepte o no ingresar a la empresa.
Por otro lado, cuando se omite información, se toma parte de la responsabilidad del solicitante, quien tomará una decisión parcialmente informada (o parcialmente desinformada).
De cara al futuro del trabajo, hacer explícita esta zona de corresponsabilidad para negociar las condiciones laborales, prestaciones, integración de nuevas tendencias, así como las medidas de control y fiscalización, podría apoyar en problemas frecuentes de la gestión del cambio. Incluso, se podría considerar establecer políticas, procesos y prácticas, para personas con diferentes intereses, expectativas y disposición, y de esta manera aumentar la probabilidad de éxito de esquemas como horarios flexibles, modelos de trabajo híbridos, paquetes de prestaciones flexibles, entre otros.
Al retomar la actividad económica, me parece especialmente necesario alinear a los involucrados en cada negociación para compartir las condiciones reales de la transacción, o la información disponible para ello, y cada uno pueda tomar la responsabilidad que le corresponde en la decisión, con lo que aumentaría la probabilidad que exista la disposición para renegociar y ajustar las condiciones que generen el mayor valor agregado, en caso necesario.
Posiblemente descubramos que es necesario hacer leyes, normas y costumbres, que consideren que las personas no siempre llegan en igualdad de condiciones a una negociación.